Yo voté por Petro. Y vale entonces hacerse preguntas decisivas de cara a esta próxima elección de segunda vuelta. Algunas ya se las habían hecho a Petro en los debates y las contestó. Me quiero referir a las de la Salud porque es mi campo de acción. Las respuestas de Petro fueron, en principio fundamental, las de replantear el sistema de salud reduciendo a los aseguradores privados y asumiendo el gobierno el control de todos los aspectos del sistema con el único propósito de garantizar el derecho a la Salud de todos y desmontar un negocio que favorece a muy pocos. Simple y claro el principio pero difícil el eventual proceso. Obviamente el legislativo mayoritariamente oficialista no le caminaría a eso, igual que los colombianos no le caminamos a asumir nuestro propio destino. Preferimos dejar que otros que “están en el negocio” lo hagan.
Pero poco se ha oído de Santos y de Mockus en profundidad del tema. Lo que se infiere de Santos es que el sistema seguirá sin cambios fundamentales pero con el propósito, apenas conveniente, de tener que replantear el futuro financiero del sistema obligado por la evidente y vergonzosa derrota jurídica de las medidas de la “emergencia social”. Entre esas tareas estaría la de revisar el POS. Me temo que serán paños de agua tibia para un sistema perverso que demanda cambios estructurales que favorezcan a nadie mas que al pueblo colombiano. Mockus por su lado se ha asesorado de varios expertos, entre otros el distinguido profesor Salomón Kalmanovitz, que puede entender el problema desde el lado macro-económico pero parece que nada más que desde ahí. Sorprende leerlo y aunque reconoce una proporción importante de colados en el subsidiado, resultado del clientelismo oficialista, expresa que 18 millones de pobres conforman un total de 23 millones del régimen subsidiado. Ojalá estuvieran así de claras las cuentas. Es un pajazo mental estadístico que tampoco resulta en una sana satisfacción. Pero sin importar si son 18 millones de pobres o no, el hecho fundamental es que no están recibiendo lo que se supone deberían recibir. Y no solo es el derecho a la salud. Y no reciben Salud como un derecho fundamental no porque no alcance el presupuesto. Tiene Kalmanovitz toda la razón cuando reclama que nuestro sistema tiene una enorme peca: nos gastamos en salud el 10% del PIB, que obviamente es ridículo en comparación al de Chile y Canadá con quienes él nos coteja, porque somos ineficientes en la manera como los que administramos y trabajamos en salud lo estamos haciendo. Y eso no es producto de otra cosa distinta de no entender ni asumir los derechos del otro en una sociedad que se rige por las reglas del mercado y las leyes y no por los derechos fundamentales. La propuesta de Kalmanovitz, que entiendo como la de Mockus y es la de un sistema público con una modificación a las contribuciones de los empleados para captarlas como impuestos. Él cree que tendría un efecto benéfico en formalizar la economía híbrida de los aportes parafiscales pero dudo que lo tenga en la eficiencia del propósito fundamental del sistema de salud mismo. El sistema, propone Kalmanovitz, sería regido por un cuerpo colegiado independiente del gobierno y de intereses privados bajo una gerencia proba que haga contrapeso a las omnívoras EPS. Yo me pregunto, y quién encarnaría tal oficio. No es el gobierno por el cual vamos a votar al que le corresponde velar por derechos del pueblo? De nuevo se queda corta en sus alcances la tímida propuesta verde.
Empecé diciendo que voté por Petro porque aquí tiene cabida mi postura ante los dos candidatos. Para mi queda claro que ninguno de los dos quiere asumir el hecho de representar los derechos de la Salud de los colombianos. Ambos están mas preocupados de no fallarle a un modelo económico y normativo, lo cual obviamente no debe desconocerse, pero poco en afrontar los problemas verdaderos del país, de todo el pueblo colombiano, con todos los riesgos que eso tiene. No sorprende entonces que las elecciones próximas se estén dando entre estos dos candidatos: ambos reflejan la situación de un electorado perplejo entre el acicalado paternalismo de mano fuerte y el ingenuo pero legítimo deseo anti-politiquero de actuar sanamente sin fallarle a las normas pero ignorando, ambas, a la sociedad, sus necesidades y principalmente sus derechos. Obviamente que cualquier solución que anteponga los derechos de la gente se considera de corte socialista. Y eso nos costaría esfuerzos y privaciones. Y eso no se le puede plantear al privilegiado segmento deliberante del país que quiere verse cada día mas glamoroso o zanahorio. El resto del pueblo no votará, porque entre otras cosas sigue intuyendo que sus derechos fundamentales realmente no importan. Y yo estoy con el resto del pueblo.
Juan R Correa
Cirujano Cardiovascular
Juan R Correa
Cirujano Cardiovascular
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