Los médicos estamos decepcionados, cansados y francamente energúmenos con todo los que está pasando con un sistema de salud del que suficientes dudas y escepticismo expresamos hace mas de veinte años cuando se vislumbraba la aplicación de una ley que diera cuenta de los inveterados problemas del sistema de salud de los colombianos. No obstante le hemos apostado con suficiente interés y decisión a la implementación de un sistema de salud que ofrecía no solo visos sino unas bases y planes de un corte democrático, responsable, autónomo y sobretodo mucho mas eficiente. Los vergonzosos hechos al seno del Ministerio de la Protección Social y algunas EPS han demostrado una vez mas que no solo no hemos logrado las metas sociales propuestas sino que vivimos en medio de un estado y una sociedad de criminales. A mi juicio los delitos de los bienes públicos son graves pero cuando se trata de la salud de un pueblo susceptible de enfermedades tan elementales como la desnutrición y las enfermedades infecciosas prevenibles, por ejemplo, tal tipo de delitos son de lesa humanidad.
Dije que, no solo no logramos las metas sociales que habían sido el “gran invento” social y toda la escasa base social de los programas de gobierno de las administraciones anteriores y del presente presidente sino que, mucho más grave aún, nuestra noción colectiva acerca de nuestra propia seguridad social: la salud y la pensión por mencionar solo algunos puntos protuberantes de todo lo que abarca una verdadera seguridad social, es escéptica, insolidaria y excluyente. Lo verdaderamente lamentable es que además es criminal. Nuestra seguridad social colombiana es criminal. Y pareciera que eso ya no es suficientemente grave en una nación que se debate entre una inestabilidad social de larga data que la ha llevado, entre otras muchas cosas, a un conflicto social armado que muchos pretenden no calificar como tal pero que combaten con tanta fuerza ciega que argumentan así su polarizada beligerancia y estúpidamente olvidan las motivaciones y la simiente del dolor colectivo. Yo puedo entender que el dolor social colectivo originado en las injusticias e inequidades pueda resultar en una idea y acciones de una reivindicación social violenta, aunque su propósito se desvirtúe en el camino. Lo que queda muy difícil de entender es que los criminales de cuello blanco productos de las universidades, colegios y familias privilegiadas de este país del Sagrado Corazón no se hayan rozado ni un segundo con un sentido de solidaridad, de compasión o de simple misericordia, ya tan olvidadas del léxico y de las ideas populares.
No hay derecho a semejantes despropósitos a expensas de la Salud Pública. Obviamente que no, por eso están andando varios procesos jurídicos de los que esperamos castigos ejemplares y cambios fundamentales y no chorros de babas. Pero los fallos y las consecuencias no serán suficientes. Qué nos va a devolver la confianza a los médicos en un sistema que criticamos duramente desde su nacimiento? Qué motivaciones tendremos para que al interior de nuestros hospitales, inestables financieramente, sigamos tomando decisiones para cuidar a nuestros enfermos pero a la misma vez sigamos “protegiendo los recursos del sistema” como se nos ha solicitado fervientemente por las EPS como una prioridad derivada de un estado de “Emergencia Social”? Con qué cara vienen a decirnos ahora a los profesionales de la salud que el sistema de salud es ineficiente porque la acción médica y de los profesionales de salud es insuficiente, inoportuna y poco idónea? No desconozco el hecho de que existen falencias y debilidades en las acciones médicas, seguramente impuestas por las condiciones en las que trabajamos las gentes a las que se nos exige mucho, de quienes existen las mas altas expectativas pero a quienes el sistema no retribuye con unas condiciones de trabajo proporcionales a las anteriores y no me refiero exclusivamente a las económicas.
Creo que interpreto un sentimiento y una noción colectiva de mis colegas y de muchísimos otros profesionales que intervenimos desde el ámbito hospitalario en el sistema de la salud colombiano al manifestar que rechazamos y condenamos las acciones criminales en contra de los recursos de la salud pública vengan de donde vinieran, así como las maniobras de pretendido progreso empresarial de la salud o de avance del cooperativismo que rondan y traspasan falaz y peligrosamente los límites de la ética y la ley. Queremos un sistema en el cual todos los que tienen que ver con él se pongan la camiseta tanto como los que lo hacemos desde el cuidado directo de las personas enfermas y susceptibles. Mucho hemos invertido en la propia educación, en la creación y sostenimiento de hospitales y clínicas, en el diseño e implementación programas de educación médica de pregrado y posgrado, todo ello con miras a procurarnos a nosotros mismos un país con una salud fuerte y con una conciencia sólida de la seguridad social como unos bienes colectivos irrenunciables como para que ahora unos pocos hagan de lo establecido una fuente de criminales ganancias y prebendas. Estamos furiosos y mamados de la indolencia colectiva, de la ineficiencia de los entes de control, vigilancia y justicia, de la rampante corrupción en la administración pública y de los insaciables directivos y empresarios privados del sector de los aseguradores y de los que venden los medicamentos e insumos de la salud y exigimos no solo la aplicación de la justicia sino urgentes cambios estructurales respecto de nuestro sistema de salud.
Juan Rafael Correa
Cirujano Cardiovascular
Juan Rafael Correa
Cirujano Cardiovascular
1 comentario:
Una reflexión muy pertinente y valiosa por cuanto viene de un profesional de la salud, de un ciudadano en ejercicio de sus derechos que da cuenta de la realidad vivida al interior de las instituciones. Me uno a la rabia contagiosa y me dispongo a infectar a muchos más.
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